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El ñuñoíno que creó biblioteca al aire libre en una plaza


Sin la ayuda de nadie, Johnny Mendoza decidió sacar su colección de más de 500 libros a una plaza de su barrio para que la gente los tome y los lea gratis.



Desde la ventana del living de Johnny Mendoza (52 años) se ve la Plaza Zañartu, un tradicional espacio ñuñoíno con árboles y algunos juegos ubicado en Pedro de Valdivia con Avenida Zañartu, a dos cuadras del Velódromo. Es sábado al mediodía y a través de las cortinas, Mendoza mira el mesón con cientos de libros que dejó sin ninguna vigilancia bajo la sombra de unos árboles de la plaza. Un cartel, que le imprimió gratis un vecino, invita a los transeúntes a elegir un ejemplar, leerlo en la plaza o llevárselo a la casa y después devolverlo. "Confiamos en su honradez", remata el letrero.
La pequeña biblioteca al aire libre funciona los sábados y domingos entre 11 de la mañana y 6 de la tarde, y nunca se queda vacía. Constantemente se acercan dos o tres personas a hojear los libros. "Creo que cuando entregas algo gratuitamente y confiando en los otros, a las personas les gusta más y apoyan la iniciativa. Hay vecinos y conserjes de unos condominios cercanos que cuando supieron de esto, me regalaron libros para que los ofreciera en la plaza. Y no me importa si alguien se llega a robar algunos. De hecho, es bueno que los libros circulen libres", dice.
Giro Sin Tornillos
El multifacético Mendoza ha sido administrador de edificios, corredor de propiedades y chofer de taxis ejecutivos. Pero sus grandes obsesiones son los inventos y la literatura. Hace unos seis años logró cierta notoriedad en los medios como inventor de los calcetines desechables ecológicos, los que fabricaba él mismo con celulosa y papel en una antigua máquina hiladora. "Me llamaron a reuniones de Monarch y Caffarena. Tenían miedo de que les arruinara el negocio, porque mis calcetines costaban 200 pesos. Pero no pasó nada. Faltó un inversionista que apostara por ellos. Pero yo soy medio Giro sin Tornillos, seguí creando inventos por gusto", dice. Patentó, además, una malla recogepelotas, un cofre con tierra chilena (para vender a compatriotas nostálgicos en el extranjero ) y papel confort mojado. Su mujer y su hijo - que estudia ingeniería civil industrial - lo apoyaron en todas sus iniciativas.
Pero ahora dejó los inventos de lado y está dedicado a su segunda vocación: la escritura. Hace cuatro años escribió una novela corta llamada Sebastián, el pájaro loco, sobre un adolescente que cae en drogas, pero que después se recupera y logra ser piloto. "Lo escribí en una tarde. Me salió de la guata. Después mandé imprimir 1.000 ejemplares y los fui a repartir gratis al Metro Baquedano. La invitación era que la gente lo leyera y después lo dejara en un asiento del metro o la micro. En 15 minutos los entreguè todos", cuenta.
Para saber si tenía pasta, le dio una copia escrita a mano al escritor José Miguel Varas, a quien conocía, porque lo llevaba en radiotaxi. "Varas me dijo que siga escribiendo, pero que me puliera, porque estaba muy en bruto", cuenta.
Entonces, Mendoza se aplicó en serio. Postuló a la fundación Pablo Neruda y fue uno de los 10 becados 2009 como tallerista con el escritor Mario Valdovinos. Ganó un segundo lugar en un concurso literario de Pichilemu. Y además comenzó a hacer charlas de prevención de drogas y creatividad en colegios de Santiago y de Guayaquil, donde vivió dos años. Mendoza tiene una carpeta donde va guardando sus logros y muestra orgulloso una carta de felicitaciones del alcalde de Guayaquil por su labor en las escuelas. "A los adolescentes les cuento sobre mi vida, que mi infancia fue muy pobre, arreglaba mis zapatos con cartón y caminaba para no gastar en micro. Pero con cabeza y empeño se puede progresar", dice.

2 comentarios:

  1. Me gustaría contactarme con el señor Mendoza para hacerle una entrevista, me podrían proporcionar alguna dirección teléfono o correo electrónico?
    Muchas gracias. Saludos cordiales,

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FANTAN

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